¿SE ENCUENTRA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN LAS MISAS NOVUS ORDO ?
por : Lic. Martha A. Tenorio Azaña
Es
dogma de fe y lo enseña el Catecismo, que el Señor Jesucristo se hace presente
en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en cada Misa. Pero, ¿qué es y cuál es la
Misa?,
Para
responderlo, es necesario distinguir algunos aspectos.
Novedoso
ha parecido a muchos en este año, que mujeres en algunos lugares del mundo, hayan ido bajo el palio portando la Custodia con la Eucaristía en la Procesión
del Corpus Christie, como sucedió en una diócesis de la amazonía peruana; sin
embargo, no lo es. Éstos y otros actos de profanación que hoy se ven en todas
partes ya NO corresponden a ciertos actos aislados como en antaño, donde
Nuestro Señor permitía que se le profanara ya sea por ignorancia o por
indiferencia de los culpables; y aún con todo, Nuestro Señor sí se hacía presente;
prueba de ello ha quedado las evidencias de Milagros Eucarísticos acontecidos en siglos anteriores en los Santuarios de Lanciano, Bolsena, Orvieto, Sena, entre otros; los
cuales fueron estudiados y comprobados científicamente y hoy se exponen al
público.
Sin
embargo, lo que sucede actualmente corresponde a otro escenario muy distinto,
porque es parte de todo un sistema eclesiástico, con lo cual la situación es totalmente
diferente; por lo que los actuales sacerdotes no solapan nada, permitiendo lo
que a simple vista parece únicamente escandalosamente desacralizado, que nos manifieste también a
fin de cuentas, la triste verdad :
EN EL
ALTAR NOVUS ORDO, NO ESTÁ EL SEÑOR JESUCRISTO.
¡¡Oh!!,
¡¿cómo sucedió esto?!
Hace casi
60 años la mayor parte de la Iglesia, emprendió a causa del movimiento del
liberalismo, una nueva teología enfocada en una ideología que hacía predominar
el pensamiento humanista y racionalista por encima de la doctrina de
Cristo, un movimiento de ruptura con la teología católica basada en la Sagrada
Tradición, denominada Novelle Theologie o Modernismo, abominable herejía que se
asentó en el siglo XX y que fuera fuertemente combatida por S.S. San Pío X,
mediante la encíclica «Pascendi Dominici Gregis» del 08.09.1907. No obstante,
esa herejía sigilosamente avanzó dentro de las entrañas de la Iglesia,
instalándose oficialmente durante el Concilio Vaticano II; luego del cual, dio
origen a un sistema eclesial paralelo a la Sagrada Tradición, en base al cual
se cambiaron los ritos de los sacramentos y se estableció en detrimento de la
Santa Misa de siempre (Tridentina), una nueva liturgia denominada NOVUS ORDO
MISSAE conocida en las parroquias, como : Eucaristía, Misa o Cena del Señor. De tal modo, que había nacido una secta en el interior de la Iglesia Católica que tenía su propia liturgia, la cual pretendía ocupar el lugar de la propia Santa Madre Iglesia y suprimir su Sagrada Liturgia.
Por otro lado, la
Santa Misa de siempre (Tridentina) contempla el Misterio de la Salvación, donde
se renueva y actualiza el Santo Sacrificio del Calvario en paralelo a la Última
Cena de Nuestro Señor, en el cual las frases dichas por Nuestro Señor
Jesucristo : “Tomad y comed todos de él, porque ésto es mi Cuerpo” y luego : “Tomad y bebed de
él todos, porque este es el cáliz de mi
Sangre, del nuevo y eterno testamento, misterio de fe: que por vosotros y por
muchos será derramada para la remisión de los pecados. Cuantas
veces ésto hiciéreis, hacedlo en memoria mía”; realizan el sorprendente milagroso
cambio del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Un
rito sobrenatural iniciado por el Señor hace dos mil años, que produce
un extraordinario vínculo divino en la dimensión de espacio – tiempo, entre la
Cena del Señor con el acontecimiento del Calvario, en simultánea correlación
mística; por el cual, uno expresa al otro; es decir : el Cuerpo de Cristo bajo
la apariencia de pan que alimentará a los Apóstoles, es al mismo tiempo el
Cuerpo del Señor clavado en la Cruz para el perdón de los pecados; y la
Sangre de Cristo que beben los apóstoles bajo la apariencia de vino, es
concurrente a la Sangre misma derramada en el Calvario por la causa de nuestra
salvación. En consecuencia, la Cena del Señor se realiza en paralelo a su Santo Sacrificio en el Calvario. Por tal razón, los apóstoles transmitieron a sus
sucesores, el hacerlo tal cual les ha instruido Nuestro Señor, a fin de que ocurra
la Transubstanciación del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, tal como
se ha venido haciendo desde siglos hasta la actualidad y lo será a perpetuidad,
en cada Santa Misa, que portentosamente en el espacio-tiempo, es el mismo
Sacrificio del Calvario, aunque incruento.
Hay
que considerar además que existen cuatro condiciones obligatorias, sin las cuales o si faltara cualquiera de ellas, no se realizaría este
magno evento divino: 1. la materia que debe
ser pan de trigo y vino de vid; 2. el
celebrante debe ser un sacerdote válidamente ordenado; 3. la fórmula de consagración dicha
correctamente; y 4. la intención del sacerdote, que no se trata de una intención personal,
sino el querer hacer lo que Cristo quiere y la Iglesia cree. De ahí la importancia del Ordinario de la Santa Misa, porque en ella la Iglesia ve expresada esa intención, que el sacerdote la hace fehaciente en cada una de sus partes, siguiéndolo a su vez con fervorosa piedad los fieles.
En
cambio, la denominada misa novus ordo, cuya confección estuvo a cargo del
liturgista Mons. Annibal Bugnini, que se le descubrió ser un masón de alto
grado, lo llevó a cabo mezclando los ritos protestantes (anglicano, luterano
y calvinista), dando como resultado la conmemoración de la última cena
de Nuestro Señor en forma de un relato memorial histórico; de modo que en
esencia, se trata de un rito protestantizado; que al NO GENERAR el contexto que
produce ese vínculo sobrenatural y paralelo místico, por NO cumplirse las
condiciones descritas; entonces, NO SE REALIZARÁ el anhelado milagro de la
Transubstanciación. Sucede, que ya no existen hoy sacerdotes válidamente
ordenados, pues el rito de ordenación sacerdotal sufrió un cambio total con el Concilio Vaticano II, al igual como lo sufrieron los demás sacramentos,
por lo que el sacerdote post conciliar, así pronunciara la fórmula de la
consagración correctamente, no surtiría la transubstanciación. Sumado además que
el sacerdote postconciliar no cumple la condición de intención correcta, pues su
intención es la enseñada en los seminarios que se encuentran en el escenario
post conciliar; es decir, no lo que Cristo quiere, sino solamente lo que la Secta Postconciliar cree, según la cual se debe celebrar únicamente un Memorial de la Pasión o llamado también Banquete Eucarístico, o Cena del Señor; tal como lo expresa igualmente el ordinario de la propia ceremonia, acorde a la secuencialidad de sus partes.
Lo que
lleva a aseverar que, LA PROMESA DEL SEÑOR de hacerse presente en el altar, ES A
SU IGLESIA fundada por Él, la cual posee los auténticos Sacramentos, es
fiel a su Sagrada Doctrina y realiza la auténtica Santa Misa, denominada
Tridentina, ESTABLECIDA A PERPETUIDAD, por S.S. Papa San Pío V mediante la
Bula "QUO PRIMUM TEMPORE", junto con las otras liturgias aprobadas
por su antigüedad en las comunidades de asiento apostólico. LA
PROMESA NO ES A LA FALSA IGLESIA O SECTA originada de la herejía que está constituida por Jerarquía, clero y laicos; y, que al término del deplorable Concilio Vaticano
II en 1965, con la aprobación y aplicación de sus reformas modernistas a las
cuales toda esa gran mayoría adhirió, DEJARON IPSO FACTO DE INTEGRAR LA
IGLESIA DE CRISTO, LA IGLESIA CATÓLICA; análogamente como sucedió a los
arrianos que se imaginaban ser Iglesia Católica, cuando en realidad eran una
secta.
Igualmente una profecía bíblica ya anunciaba el advenimiento de estos acontecimientos :
"Y
desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea abolido y puesta la
abominación de la desolación, habrá mil doscientos noventa
días. Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y
cinco días. Mas tú, sigue hasta el fin; descansarás y te levantarás para
recibir tu heredad al fin de los días" (Daniel 12, 11-13).
Considérese
que el profeta Daniel no sólo se refiere a su tiempo, también expresa el futuro;
pues el mismo Señor Jesucristo en el Evangelio, lo asume así al connotar esta
profecía. De modo que, tomando en cuenta que el Sacrificio Perpetuo alude a la
Santa Misa, y que el tiempo abarcado desde que fuera abolida, hasta que la
abominación de la desolación (el maligno) tomaría los templos ante la ausencia de Cristo, pasarían
mil doscientos noventa días, es decir, aproximadamente cuatro años; encaja bien al ponerse como punto de partida, la clausura del
Concilio Vaticano II con fecha de 8 de diciembre de 1965, porque a partir de ese
momento se ponía en marcha todos los cambios en la Iglesia, establecidos en sus normas emanadas en cada etapa del evento, como en el caso de una de
las cuatro Constituciones promulgadas : la Constitución Sacrosanctum Concilium del
4 de diciembre de 1963, que dispuso los cambios en la Liturgia; comprendiendo hasta la
fecha en que se hizo efectiva la reforma litúrgica, mediante la publicación del
Novus Ordo Missae el 3 de Abril de 1969, con la consiguiente ejecución de la nueva misa en todos los
templos del mundo desde ese mismo año. También se indica en la profecía, que será bienaventurado esperar algo más de tiempo : mil trescientos treinta
y cinco días, y ésto concidiría aproximadamente con 1970, año en que Mons. Marcel Lefebvre,
gran luchador por la defensa de la Sagrada Tradición y la Santa Misa, inauguró su Seminario
de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, con lo cual se garantizaba la
conservación de la auténtica Liturgia. Significa que todo fiel al Señor, no debía rendirse ante los cambios, sino confiar que Dios intervendría, la
Santa Misa no desaparecería; así pues, Dios adjudicó la preservación de su tesoro, a
un santo obispo y a su congregación fundada, quienes lo difundirían poco a poco en el mundo. Finalmente, la profecía da un signo de esperanza que hay que luchar
hasta el final de la vida para conservar la auténtica fe y Sagrada
Liturgia.
Además, en el
Evangelio, Nuestro Señor advierte:
"Cuando
viereis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel,
en el lugar santo! (el que leyere entienda), entonces los que estén en
Judea huyan a los montes; el que esté en el terrado no baje a tomar nada a
su casa, y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto..."(Mt.
24,15-16)
En
esta advertencia, Nuestro Señor remarca la profecía de Daniel, y lo pone en el
contexto futuro pues habla de los últimos tiempos, los cuales se iniciarán
cuando sobrevenga esta situación y que sólo culminarán cuando Él mismo vuelva al
mundo; dando a entender que es necesario estar atentos en perseverar en la fe
denodadamente y rechazar la herejía que ha puesto al diablo en el lugar santo,
en los altares de nuestros templos.
En la
actualidad, LA AUTÉNTICA IGLESIA CATÓLICA ES UN REMANENTE alrededor del mundo,
comparado con esa gran mayoría que imagina ser la Iglesia Católica. Este remanente
fiel constituido también por Jerarquía, Clero y laicos, es el QUE PERMANECE EN
LA SAGRADA TRADICIÓN, que es la Revelación Divina, y es al que Nuestro Señor
Jesucristo, según su promesa, NO ABANDONA. No obstante, tampoco ha abandonado a
los fieles que tienen fe sincera y lo aman, quienes se encuentran
lamentablemente por ignorancia en el lado postconciliar; no obstante,
Dios en sus designios de misericordia infinita, les concederá la gracia de que
descubran con el tiempo la Sagrada Tradición. Entretanto, Nuestro Señor se hace
presente SÓLO ESPIRITUALMENTE en los templos, para el consuelo y auxilio a las
súplicas de estos inocentes fieles.
Del
remanente fiel, Dios hará renacer a la Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, gloriosa, fortalecida y extendida en todo el orbe, dándose así el
triunfo del Inmaculado Corazón de María, que destruirá a la herejía modernista
y a sus propagadores, atrayendo la llegada del Reinado de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra. Los actos irreverentes que escandalizaron un día al mundo, serán castigados por la sola intención de haber pretendido hacerlo a Nuestro
Señor Jesucristo y el consiguiente daño realizado a muchas almas.
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