¿EL VALOR DE LA VERDAD O PROSTITUCIÓN DE LA CONCIENCIA?
¿EL VALOR DE LA VERDAD O PROSTITUCIÓN DE LA CONCIENCIA?
Lic. Martha Tenorio Azaña
De un tiempo a esta parte los medios de comunicación se han convertido en una suerte de portadores, promotores y enaltecedores de anti-valores sociales como nunca se ha visto en éstas últimas décadas; para mencionar someramente podríamos hablar de novelas o series televisivas donde se sacan a relucir con la mayor naturalidad del mundo y en horario familiar es decir, expuesto a los niños, los asuntos de adulterio, promiscuidad así como las insidias e intrigas, en un tono tan asimilable que está llegando a convencer a muchos jóvenes y adultos mismos también, que el libertinaje sexual y toda suerte de vicios o conductas incorrectas, son cuestión de gusto y lo más normal en la vida diaria; sumándose los programas cómicos donde el lenguaje obsceno y de doble sentido es explícito a fin de incentivar la risa así como los programas de entretenimiento juvenil además de los llamados “reality shows”, exponen los dimes que te diretes de asuntos personales especialmente de índole amoroso u otros temas privados, en modo tal, que se han convertido en el pan de cada día del interés de la gente y, por si alguien se lo perdió en la TV, se puede ver la repetición del programa por el internet aunque también los “diarios chichas” (los diarios populares de menor costo y efímero contenido) se encargarán de enterarlo al día siguiente.
Pero con el tiempo, las cosas se van empeorando, y lo malo va quedando atrás para dar paso a lo peor, por ésto se ha creado un programa que es franquicia de los que se ven en otros países, que se ha sumado al bagaje de inmundicia mediática que llega día a día a los hogares peruanos. Se trata del programa “El valor de la verdad” una frase muy pedagógica pues cualquier persona que tiene formación en valores sabe que la sinceridad es ponderable, no obstante la frase ocultamente manifiesta otro doble sentido y que es objetivo del programa : decir los secretos de tu vida por dinero (valor), ya que el concursante ganará dinero por etapas de preguntas siempre y cuando pasando por el detector de mentiras resulten ser respuestas sinceras.
Es posible que así explicado pudiera sonar hasta cierto punto interesante, pues el tema de la sinceridad es muy raído en nuestra sociedad, donde la deshonestidad es lo más popularmente exhibido y el interés se hace mayor si se trata de escuchar a un político o a un artista farandulero, a quien el público admira.
No obstante, los abordados en estas preguntas no son políticos o asesores gubernamentales, quienes debieran revelar verdades de índole económico o social, aquí los concursantes son los faranduleros y las preguntas van dirigidas sobre su vida privada. Entonces, acá la cosa cambia totalmente, no sólo en el fondo sino también en la forma, pues en lugar de que ésto sea rechazado por el público como debiera ser normalmente, pues la vida privada y las situaciones engorrosas derivadas de ellas, no deben ser de interés público; son éstas más bien las que se convierten en el mayor regodeo de todos, la fiebre de la curiosidad malsana se acrecienta y así el rating se eleva a puntos impensables.
Lo mencionado es únicamente la consecuencia, pero surge una situación aún más importante, ¿un concursante es capaz por dinero, aceptar pasar por todo esto?, pues al parecer sí, pues le incentivan económicamente por sentarse y pasar por un detector de mentiras previamente y fuera de éso después tendrá la oportunidad de ganar más dinero por contestar cada bloque de preguntas durante el programa, pero en caso de detectarse la mentira, perderá todo el dinero ganado hasta ese momento durante el concurso, pero eso no le afecta porque ya le incentivaron bien antes.
Las preguntas que deberá contestar el concursante serán acerca de su vida privada, es decir acerca de sus defectos y sus pecados, que frente a pantalla deberá ventilarlos públicamente, expuesta así la persona a la crítica y al juicio público, a los insultos y burlas (a través de los medios sociales) en todo caso a la más deplorable y vil fustigación como también paradójicamente podría provocar la exaltación a la inmoralidad de sus actos.
Pero ¿es acaso la Televisión el medio para que alguien tenga que exponer sus miserias públicamente? Con ésto no va a alcanzar ningún perdón ni indulgencia, tampoco la admiración, más sí una perpetua estigma social, sin embargo, por el dinero que reciben, pierden la vergüenza y no les interesa vender su conciencia a la producción del programa, a los auspiciadores del mismo y por supuesto, a través de todos ellos, a miles de televidentes con patológica ansiedad de divertirse con el chisme de la perversión, transformándose de ese modo en una verdadera prostitución, no del cuerpo, sino de la conciencia del concursante, la cual es impunemente ofrecida y usada para ganarse dinero.
Los pecados como cualquier intimidad personal solamente es de derecho de conocimiento únicamente de quien merece conocerlo, y en el caso de querer confesarlo para reconciliarse con Dios, el prójimo y traer verdadera paz a la conciencia, lo debe hacer a través de un sacerdote para que pueda recibir el perdón y absolución de Cristo a través de él, además de resarcir el daño en lo que se debiera. Pero no se trata de llevarlo a un programa televisivo y fomentarlo como escándalo social y propiciar con él, pecado en los demás, al alentar el chisme, el juicio, así como los insultos. Asimismo, hay que recordar que una concursante incluso resultó asesinada por su enamorado, luego que en el programa, declarara asuntos privados que afectaron al sujeto mencionado, y sea por dinero o las confesiones que diera, el asunto fue que la mató.
Además, es sumamente peligroso, porque también puede servir de paradigma de estilo de vida para quienes comienzan a vivir, como son los adolescentes y jóvenes, quienes equivocadamente podrían pensar seguir el tortuosos camino del personaje en cuestión, creyendo ingenuamente que emularán el éxito o la fama de aquel, sin imaginar que no siempre las circunstancias son iguales y que la mayoría de veces el resultado final es distinto pero sí generalmente fatal.
Ésto es síntoma de una sociedad enferma, si para un sacerdote preparado por años para recibir las confesiones de las personas no está exento de ser afectado psicológicamente por escuchar tanto en confesión las miserias de la gente, más aún las personas comunes, los más jóvenes especialmente, que están recibiendo esta exposición de miserias humanas, serán quienes se afectarán psicológicamente al punto de sentir el embeleso de vivir el chisme, la intriga y la emulación de un estilo de vida equivocada.
Espero que en algún momento alguna autoridad del gobierno pueda tener la iluminación a su mente y llegue a una reflexión sobre el sentido de la verdad, de lo que es la honestidad, la virtud, los valores y sobre todo la dignidad humana que últimamente parece no conocerse, al extremo que exista un producto televisivo, que sea un mero circo de excremento comercial, pero que pronto ponga fin a éste y otros tipos de programas basuras que tanto daño están haciendo a nuestra población.
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